viernes, 20 de diciembre de 2013

SEPTENIOS

Sin haber nunca escuchado ni leído de la medicina antroposófica, ni de Steiner, hoy convencida que es así, descubro y le encuentro sentido a mis procesos.  Me detengo solo en los tres septenios del cuerpo, que van de 0 a 21 años; los tres septenios del alma, desde los 21 a los 42 años, y los tres del espíritu desde los 42 hasta los 63 años, dice:
".......Abriendo los sentidos, la unicidad aparece como un nuevo orden.  Los mundos paralelos, las múltiples personalidades se funden en un nuevo híbrido humano-dios.  Es el verdadero comienzo de la senda espiritual, la senda ya no del guerreo, que era la de mas aguante, sino la de la aceptación.  El aspirante, agobiado por sus crisis y estigmas, mira hacia una nueva tierra de fraternidad, de desapego y de perdón, en medio de una enorme gratitud con la vida.  El camino espiritual no es el que lo lleva a uno al cielo, es el que lo devuelve a la tierra con amor, para entonces fundar el cielo en la tierra y a Dios dentro de cada persona".  

De esta forma divide esta etapa en DESAPEGO, AMOR AL PROJIMO, GRATITUD Y PERDON. 
Llevando estas cuatro faces a mi camino, puedo entender porqué y como he podido dejar todo lo que me rodeaba, buscando esa libertad a lo material, a mi cuerpo, buscando entendimiento a lo que estaba viviendo, sacándome de encima los prejuicios aprendidos, es caminar desnudos por la vida, sin nada que te ate.
Ahora comprendo porqué me negaba completamente a tener algo, no podía ni quería hacerme cargo de nada y tener que arrastrarlo donde yo fuera.  

Me pregunto, cual es la diferencia si ahora tengo un departamento con todo lo necesario para vivir?, y es porque todo que hoy tengo, se que puedo desprenderme de ello cuando quiera y por los motivos que sean. En palabras muy simples, lo tengo todo y no tengo nada, he dejado de depender. 
Feliz, feliz, feliz. 


martes, 17 de diciembre de 2013

Pedir perdon

En el invierno fui a la playa, 1 semana completa sola, el motivo era hablarme, perdonarme y pedir perdón, caminé mucho, parece que cansarme y tener metas casi imposibles hacían que me conformara, era sentir el sacrificio caminando, claro que a orillas de la playa, su olor, sol y briza hacen que todo sacrificio sea un gusto. Me tomé todo el tiempo del mundo para pensar, llorar, pedir perdón a todos los que dejé en el camino, por la forma como hice todo, como se dio mi salida de la casa, a todos los que dañé y dejé en el aire, salida que fue desde las vísceras,  seguro que si lo pienso, no lo hago, al menos no en ese momento.
Llegué fresca, sin peso, tranquila, desahogada, por Dios que hace bien, me he reconciliado y he aprendido a estar sola, en silencio, a pensar y amar lo que  hay a mi alrededor. 
Espero volver a hacerlo, quizás en unos meses mas, es un verdadero retiro espiritual y de sanación personal.