sábado, 8 de marzo de 2014

DOLOR

Uno en especial para no recordar pero es necesario escribirlo. Mi hermosa casa tenía un damasco, lo llevamos muy chiquito desde la casa de mis abuelos paternos.  Plantado en nuestra casa, creció e hizo feliz a todos los vecinos y familiares, bondadoso él, nos regaló damascos a todos, en años de abundancia no había vecino que no se deleitara con nuestros damascos. 

Un día cualquiera de verano, fin de semana, con mi hijita  mayor fuimos a sacar damascos, ella en el árbol y yo los recibía arriba de la escalera.  La puse mal y en un descuido me fui hacia atrás, de espaldas, desde un metro setenta mas o menos, el golpe fue fuerte, de espaldas, caí en el pasto, y ahí quedé.  Llegaron mis dos hijas a socorrerme y también el que era mi marido, con sorpresa lejos de abrazarme, se enojó y me retó, no me habló en 10 días.  
Aun no logro entender que pasó por su cabeza para actuar de esa forma, estaba con dolor, en el cuerpo y en el alma, fue un accidente, en su defensa aludía a que no debía haberme subido, raro ya que lo había hecho desde siempre.

Esa agresión psicológica es de las peores que he sufrido, mi dolor fue tan grande que hasta el día de hoy lo recuerdo con angustia y hasta tengo la misma sensación de agresión cuando alguien decide no hablarme por algún problema. 

Tarea que poco a poco supero, claro porque ese daño debo sanarlo.....